APROPIACIÓN DE LOS SABERES
“El Kipará es una medicina tradicional que evita que nos enfermemos y que hace que nos veamos bonitos”
(Clarisa Chaito. Joven de la comunidad)
¿El discurso y la práctica de la pintura facial corporal permiten una apropiación de los saberes ancestrales?
Para entender una práctica comunicativa es importante tener en cuenta la transformación de los modos de sentir y de percibir cierta experiencia (Martín-Barbero, 1990). Esto hace que en la práctica se dé una transformación a nivel subjetivo y colectivo que modifica, no solo la forma de ver el mundo y de actuar en él, sino también los discursos sobre él. Para nuestra investigación entendimos esta transformación desde la apropiación de los saberes ancestrales, pues este proceso produce una modificación de los discursos y de las relaciones que, de una u otra manera, propician un cambio en las personas de la comunidad y transforman la manera como cada uno se entiende dentro de su comunidad y cómo actúan y se relacionan con los demás.
Durante las visitas a la comunidad evidenciamos que el nivel de conocimiento que los hijos tienen sobre la pintura y su significados está relacionado con su corta edad, por ejemplo, ellos conocen algunos casos como el de pintarse para protegerse de enfermedades (alergias), para cazar, para enamorar, para los rituales de celebración, para eventos especiales, entre otros.
En los discursos de los niños evidenciamos que ellos se apropian de los saberes que le transmiten sus padres a través de la pintura, pero esto no se da de la noche a la mañana, sino que es un proceso que se comienza a gestar desde que están muy pequeños, y en cual no sólo participan los padres sino también sus abuelos, familiares y la comunidad en general. Es así como ellos comienzan a entender todo lo que implica el hecho de ser pintados, pues, comprenden que lo hacen para protegerlos, pero sobre todo empiezan a reforzar los significados que tienen como comunidad alrededor de la pintura.


En el caso de los adultos, en especial en las mujeres de la comunidad, pintarse es sinónimo de protección y de estar en contacto con los Jai (espíritus). Notamos que estas personas son las que tienen más conocimiento sobre la pintura, sus significados y funciones; además son las más conscientes en tratar de recuperar estos saberes. Son las mujeres adultas las que más se apropian de estos saberes y tradiciones, pues a diferencia de los hombres, ellas usan más la pintura, incluso, aún utilizan sus vestuarios tradicionales (paruma), mientras que los hombres no lo hacen.
Otro aspecto que observamos es que las niñas que pertenecen a las familias que más conservan esta práctica muestran más interés y conocimiento sobre el tema de la pintura, sin embargo, creemos que por estar nosotras observándolas, a algunas les causó un poco de pena pintarse y lucir sus pinturas.
En cambio a las quinceañeras que están solteras les agrada mucho pintarse, porque es su manera de conquistar y porque se les explica que después de la ceremonia de sus quince años, donde utilizan una pintura especial, se pueden pintar con colorete rojo para atraer o enamorar a los hombres. Cuando ellas pasan por el proceso de la pintura de la quinceañera y se apropian de esos conocimientos transmitidos, cambian su forma de pensar, ver el mundo y actuar, porque ya comienzan a entender que la pintura que van a llevar en su cuerpo es diferente y tiene un uso diferente, que se lleva en unas partes específicas y que sus responsabilidades son diferentes frente a su familia, frente a ellas mismas y a su comunidad.