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NEGOCIACIONES

"Mire que todos los Dóbida nos pintamos, y a ustedes desde niños hay que enseñarles esto para que no se les olvide"

(Fermín Chaito. Docente de la comunidad)
¿Las negociaciones cotidianas entre padres e hijos permiten afianzar los saberes ancestrales?
 
 

A partir de nuestro proceso y acercamiento con la práctica de la pintura facial y corporal Embera, entendimos los procesos de negociación (Martín-Barbero, 1990)  entre padres e hijos en dos líneas, la primera hace referencia a los procesos de interacción que se dan en el momento de realizar la pintura y la segunda tiene que ver con la interacción y negociación que llevan a cabo los habitantes de la comunidad con las personas no indígenas.

 

En la primera a partir del diálogo y las relaciones cotidianas se generan negociaciones entre padres e hijos, que les permiten reafirmar o poner en cuestión sus saberes ancestrales y construir nuevos conocimientos y prácticas. Estas negociaciones las evidenciamos con mayor fuerza en la transmisión de saberes que se da en la relación madre-hijos, ya que desde que la madre comienza a aplicar la pintura va diciéndole a su hijo o hija qué figura es y qué significa.

En las visitas vimos que aunque no hay diálogo, sí se dan negociaciones, ya que los niños cuestionan la práctica de la pintura desde una actitud de rechazo, por lo tanto esto genera un cuestionamiento colectivo entre los padres sobre cómo se les está enseñando a los niños esta práctica y qué factores, de la relación que tiene los niños con las personas no indígenas, han modificado la percepción e importancia que estos le dan a sus prácticas y saberes ancestrales. Estos cuestionamientos hacen que se dé una variación en la forma de enseñar a los niños la importancia de sus tradiciones y su cultura.

La segunda línea está más relacionada con la interacción y negociación que se da entre los habitantes de la comunidad y  las personas no indígenas que habitan en la región, en este punto se podría decir que se da una relación marcada por el poder, debido a que esa sociedad occidental considera a la cultura indígena como “tradicional”, “primitiva” o “pre-moderna” y  por lo tanto inapropiada, tal como se ha dado desde la época de la colonia, y que hoy en día continúa.

 

Es tanto el daño que ha traído consigo este proceso colonial que ya no se ve sólo en el rechazo de los capurias hacia las tradiciones Embera, sino que también se refleja en el rechazo de los mismos Embera hacia sus propias costumbres. Esto se observa en aquellas personas indígenas que se avergüenzan de sí mismos por el mero hecho de que les digan indios, también están aquellos que han salido de sus territorios hacia las ciudades y que ya no quieren regresar ni saber nada de sus comunidades, hechos como estos nos muestran claramente que la colonia está en los cuerpos de nuestros Embera.

Por otro lado, desde las organizaciones indígenas y desde las comunidades mismas, le han hecho frente a este rechazo y desconocimiento, a partir de sus luchas, la práctica, la preservación y el respeto hacia sus saberes y tradiciones ancestrales. Esto lo que nos muestra es que, por un lado la pintura permite la construcción y reafirmación de su identidad, sin embargo, al momento de salir del resguardo e interactuar con el mundo occidental y sus instituciones, esta práctica se deja de lado por las estigmatizaciones y las discriminaciones que se puedan presentar.

 

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